Fotografías cortesía de Benjamin Combs, Rosalind Chang, Markus Lompa bajo licencia Creative Commons.

¿Por qué no me gustan las «Comparativas de cámaras»?

En fotografía está muy extendida la práctica consistente en realizar comparativas de cámaras como parte del proceso de decidirse por una cámara de fotos.

Hoy te voy a explicar por qué no me gustan estas comparativas de cámaras y por qué no las hacemos mucho en Blog del Fotógrafo.

Las diferencias son mínimas

El primer motivo es porque en la mayoría de las comparativas de cámaras el resultado final se sabe de antemano, y consiste en que o no hay diferencias, o éstas son mínimas.

Todas las marcas (Canon, Nikon, Sony, Olympus, Pentax, Fuji, etc.) juegan con las mismas reglas y con recursos parecidos. Utilizan el mismo saber tecnológico, unas tienen unas patentes y las otras tienen otras, se rifan los mismos ingenieros y, por ende, avanzan casi al unísono.

Cámara Nikon junto a cámara Canon

Ninguna marca de cámaras de fotos ha sido capaz de inventar algo que fuera considerado el “Santo Grial” de las cámaras y que las demás marcas no pudieran crear y lanzar al mercado enseguida. Todas van consiguiendo avances tecnológicos similares a ritmos más o menos parecidos.

Cuando una gran marca pone a la venta una increíble cámara réflex, tirada de precio, con 20 MP de resolución, las otras ya están haciendo lo mismo al mes siguiente.

Nos empeñamos en mirar especificaciones con lupa, no vaya a ser que la cámara A tenga un componente electrónico interno que supere al de la cámara B porque si no, uuuuuh, sería el fin del mundo, cuando en realidad todas ofrecen casi lo mismo.

Cuando realizamos comparativas de cámaras de un rango similar, creo que las diferencias, de haberlas, son mínimas, y no justifican el tiempo que dedicamos a analizarlas, como si lo que importara realmente fuera la cámara.

Todos sabemos que no es la cámara lo que importa, si no tú. El fotógrafo.

Chica con gorro rojo sosteniendo una cámara

Las comparativas de cámaras son infinitas

¿Qué pasa si comparas una cámara A con una cámara B y concluyes que la B es la mejor? ¿Te compras la B? Bien, pero ¿y si, minutos antes de que lleves a cabo esa compra, se te cruza delante una opción que no habías considerado, la cámara C? ¿Qué haces? Puesto que todavía no has hecho la compra, estarías a tiempo de comparar la cámara B con esa nueva cámara que acabas de descubrir, la C, o no?

Venga va, comparemos la B con la C.

Finalmente te quedas con la C. Te ha convencido. Menos mal que la viste justo antes de comprar la B, de lo contrario te hubieras arrepentido toda tu vida, claro que sí. ¡Qué horror! Ala, vamos a por la cámara C.

Después viene un amigo y te jura que comprando la C estarías cometiendo la mayor equivocación de tu vida. Él te recomienda la D. Si no le crees, al menos compara la C que ibas a comprar con la cámara D, la suya.

A ver si tu colega va a tener razón.

En psicología existe un efecto llamado “Parálisis por Análisis”. Te pones a analizar algo, y te lías ahí a analizar una y otra vez, y ahí te quedas, paralizado, incapaz de tomar una decisión. Cada vez que estás a punto de zanjar el tema, decides analizar el asunto “solo un poquito más”, como si el hecho de analizar las cosas te produjera algún tipo de placer.

Hoy día las opciones en materia de cámaras de fotos son infinitas. Por ejemplo, para un rango de cámaras réflex para fotógrafos principiantes hay tropecientas mil opciones. ¿Qué hacemos, las comparamos todas contra todas?

Me viene ahora mismo a la mente un famoso vídeo (creo que es libro también) llamado The Paradox of Choice (la paradoja de la elección). Es magnífico y te invito a que le eches un vistazo. Su idea principal es que, sea en el ámbito de vida que sea (restaurante, tienda de ropa, etc.), cuantas más opciones tengamos delante donde elegir, más difícil nos resulta realizar esa elección. Si te interesa puedes echar un vistazo a este vídeo.

Es paradójico, uno pensaría que cuantas más opciones donde elegir mejor, pero no, es todo lo contrario, cuantas más opciones donde elegir, más esfuerzo mental y más difícil es tomar la decisión.

Cuantas más comparativas de cámaras, más parálisis y evidentemente menos fotos. Porque el tiempo en que estás llevando a cabo esas comparativas o esa investigación tuya es tiempo en que no haces fotografía.

Tu cámara está obsoleta antes de que la compres siquiera

Toda comparativa esconde un afán nuestro de llevarnos lo mejor, de quedarnos, en este caso, con la cámara de fotos más avanzada, la que mejores prestaciones ofrezca.

Escucha, amigo: tu cámara ha sido diseñada por la marca que la ha comercializado para que en poco tiempo se te quede obsoleta. No te molestes demasiado, es una batalla que tienes perdida de entrada (a menos que creas firmemente que la fotografía no la hace la cámara, sino el fotógrafo).

Ni siquiera estoy hablando de la obsolescencia programada. Ése es otro asunto. Lo que digo aquí es que, si te molesta ser el propietario de una cámara considerada antigua en el mercado, la tuya lo será en menos de lo que canta un gallo. Las personas que se compraron el último grito en cámaras réflex hace solo 2 años ahora salivan cuando miran los últimos modelos que salen al mercado.

Las marcas de cámaras de fotos tienen una estrategia de desarrollo (I+D) de largo plazo. Cuando una marca X lanza al mercado una cámara réflex, en ese preciso momento esa marca ya tiene en sus laboratorios los recursos y la tecnología necesaria para fabricar cámaras con prestaciones mucho más avanzadas que esa cámara que está lanzando. Pero la marca no es tonta, y no iba a incorporar esas prestaciones de inmediato.

Comparativas de cámaras

Hay otras consideraciones como por ejemplo el que esa tecnología madure, el que la marca pueda pulirla con el tiempo, temas de patentes, etc., pero también existen un afán y una determinación por parte de las marcas de “dosificar” la comercialización de su tecnología.

¿Qué sería más rentable para un fabricante de cámaras de fotos? ¿Lanzar una cámara de 50MP ahora mismo y que tú te compres esa cámara y ya está, fin? ¿O lanzar primero una cámara de 20MP y dejar que algunos usuarios la compren, pasado 1 año lanzar otra de 24MP y generar algo de dinero con ella, pasado un tiempo otra de 30MP (más ventas), y así hasta acabar lanzando, finalmente, esa cámara de 50MP?

(Esto pasa también, por cierto, con los teléfonos móviles, los televisores, y con un sinfín de tipos de productos).

Es un modelo de negocio legítimo. Cada marca es libre de lanzar su tecnología de golpe, o de dosificarla poco a poco. Las marcas de cámaras de fotos no están para hacer un mundo más bonito, sino para hacer dinero. Yo lo entiendo.

Lo que digo es que, cuando eres consciente de cómo funciona el juego de los lanzamientos de las cámaras de fotos, empiezas a relativizar la importancia de poseer el último modelo de cámara de fotos, se te empieza a bajar un poco esa fiebre por comparar una cámara con otra, te empieza a dejar de importar salir a la calle con una cámara supuestamente peor que la del vecino.

Empiezas a poner tu mirada en otro nivel, el de “a ver quién hace la foto más bonita”.

Feliz fotografía.