Fotografías cortesía de: Anelka,UNSPLASH, Tuncay, Thomas Hawk, Pietromassimo Pasqui, Bajo Licencia de Creative Commons.

Aprende a Aportar Orden a Tus Fotografías

El orden en fotografía es como el orden y la decoración de cualquier hogar. Hay hogares minimalistas, donde cada cosa ocupa un lugar y sólo ese, donde todo encaja y hay aire por todas partes. Los hay barrocos cargados de elementos por doquier. Los hay más intermedios. Algunos defendemos a contracorriente el orden dentro del desorden, porque comprendemos un escritorio lleno de libros de consulta, post-it de colores enganchados en la pantalla del ordenador, en la lámpara o entre las páginas de los libros consultados a medias (hablando de post-it… ¿has visto lo que se puede hacer con ellos?). Y a pesar de eso navegamos de forma ordenada en nuestra mente, y lo encontramos todo… Hasta que alguien decide ordenarnos el escritorio, y los hay que necesitan ver y sentir el espacio que les rodea con mucho aire de por medio 🙂

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Tanto si eres minimalista como si navegas entre montones de libros, lo cierto es que puedes encontrar y crear orden en casi todos los escenarios. Todo depende de la organización de los elementos dentro del encuadre. Es decir, de la forma en la que colocas los elementos para que el que mira la imagen sea capaz de seguir la información, el mensaje, sin perderse por el camino. En otras, palabras, todo depende de la composición u organización de elementos en el plano para que el espectador llegue al centro de interés de la imagen siguiendo el camino que previamente hayamos trazado para él.

Hoy nos centraremos en el orden, pero te recomiendo profundizar en la composición fotográfica con esta mega guía con todos los trucos y consejos para unas fotografías de lo más impactantes.

¿Cómo ordenamos una composición?

Como siempre, y por suerte, no hay reglas ni composiciones rígidas, pero sí hay unos cuantos trucos o consejos que te ayudarán a que las composiciones resulten más naturales y a la vez más interesantes para el espectador.

Lectura occidental

Si sigues este blog imagino que, aunque puedas conocer otras lenguas con diferente orientación en la lectoescritura, la occidental es seguramente tu forma habitual de leer. Y dirás ¿Y eso qué importancia tiene? Pues en fotografía mucha 😉 . A través de años y años de analizar textos e imágenes, nuestro cerebro las procesa naturalmente de izquierda a derecha y de arriba abajo.

Tanto si queremos una lectura de la imagen cómoda y natural como si no, debemos tener en cuenta que ésta es la forma en la que inconscientemente vamos a leer la imagen, deteniéndonos de vez en cuando en algunos puntos fuertes de la imagen (recuerdas la importancia de la Regla de los Tercios en composición, ¿verdad?). Situar el centro de interés en uno de estos puntos hace que la mirada se detenga en él de forma natural, y no se pierda en la imagen.

Las líneas

Otra forma de ayudarnos a ordenar las imágenes es la utilización de las líneas en nuestras composiciones. Las líneas, sean estas reales o imaginarias, guían la mirada dentro del encuadre como si de una flecha se tratara. Además son capaces de aportar dinamismo, fuerza, sensualidad, calma, volumen o profundidad entre otras muchas características, siempre dependiendo de su forma.

Todos los objetos que aparecen en tu encuadre contienen líneas, por ello es importante localizarlas y utilizarlas para atraer la mirada de forma ordenada hacia el centro de interés y no distraerla. Las líneas dominantes son las que más destacan en la escena y a las que más atención hay que prestarles. De forma resumida tenemos los siguientes tipos de líneas:

  • Líneas horizontales: La más usual es la línea del horizonte. Las líneas horizontales nos aportan paz y tranquilidad y es la que nos resulta más natural.
  • Líneas verticales: Aportan fuerza, rigidez y altura.
  • Líneas diagonales: Son vigorosas, tienen mucha fuerza visual y tensión, ya que no suelen aparecer de forma común en el entorno natural.
  • Líneas curvas: Son más sensuales, suaves y elegantes, y las asociamos al movimiento (ríos o caminos serpenteantes, etcétera)
  • Repetición de patrones: El ritmo nos suele crear sensación de orden. Puedes jugar con patrones rítmicos para ayudarte a destacar el centro de interés (por contraste, o rompiendo el ritmo) O bien puede ser tu patrón rítmico el propio motivo de la imagen.

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Peso visual y equilibrio

Otra forma muy ligada al orden en composición es lo que conocemos como peso visual, que es el grado de atracción de los elementos que aparecen en la escena. El peso visual de cada uno de estos elementos viene determinado por muchas variables. Color, tamaño, forma, contraste, textura, brillo y un largo etcétera. El peso condiciona directamente la forma en la que miramos la escena. Por mucho que queramos atraer la mirada sobre una hormiguita perfectamente situada en algún punto de la regla de los tercios dentro del encuadre, si al lado tiene un elefante, difícilmente nos va a funcionar jugar con las líneas u otra técnica 😉

La forma en la que jugamos con los pesos visuales, queden estos compensados o no (equilibrados), guía inevitablemente nuestra mirada dependiendo de si estos pesan más o menos, de si están colocados en algún lugar del encuadre con un punto fuerte o no, etcétera.

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Movimiento

El movimiento de los objetos que aparecen en la escena, sea este literal o simplemente la idea de él (por ejemplo marcado por la direccionalidad de un objeto que aparece estático pero al que asociamos un movimiento intrínseco), marca también la forma en la que leemos la imagen y el orden en el que percibimos los elementos.

En la siguiente imagen, si bien el movimiento queda «congelado» debido a la velocidad utilizada en el momento de hacer la fotografía, lo seguimos percibiendo gracias a la acción y pose de la niña, que nos suguiere que ésta corre subiendo las escaleras, y nos invita a seguir la dirección de su movimiento.

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¿Qué hago si me sobran elementos en el encuadre?

Muchas veces por mucho que conozcamos los conceptos de líneas, pesos visuales, etcétera dentro del encuadre, la realidad nos supera y nos topamos con imágenes que somos incapaces de ordenar.

Lo mejor en esos casos es intentar aislar nuestro centro de interés. Hay varias formas de hacerlo. De ti o de la situación, depende la que quieras utilizar 😉

Abrir el diafragma: Ya hemos comentado alguna vez la asociación directa entre diafragma y profundidad de campo.

Focales largas: Los teleobjetivos aplanan la imagen y reducen considerablemente la profundidad de campo, igual que lo hacemos cuando jugamos con la apertura.

Cambia el encuadre…: Muchas veces el desorden se soluciona simplemente dándole otra vuelta de tuerca y variando el encuadre o la perspectiva.

Y/o cambia el fondo: Si hay demasiados elementos que distraen la mirada, busca fondos neutros o lisos o con patrones rítmicos o líneas que puedan ayudarte a destacar tu centro de interés.

Llena el encuadre: No tengas miedo a cortar por lo sano cuando la situación lo requiera 😉

Ya comenté al inicio de este artículo que cada uno de nosotros tenemos nuestra idea de orden, aunque diría que todos coincidimos en que el orden nos tiene que hacer capaces de encontrar las cosas, ¿verdad? No importa si lo que buscas es un bolígrafo en un escritorio o una mirada en un retrato. Lo importante es que siempre dejes claro cuál es el centro de interés y cómo llegar a él. Cuando componemos y ordenamos una imagen, en verdad lo que hacemos es dibujar un mapa señalando el camino que lleva a ese tesoro que nosotros mismos hemos escondido. Ese tesoro se llama centro de interés. El camino se llama composición y orden de los elementos 😉

Espero que este artículo te haya resultado útil. Si es así, por favor, compártelo con quien creas que puede estar interesado/a. Muchas gracias y hasta la próxima 🙂