Con el verano llegan las vacaciones para muchos de nosotros y eso se convierte en viajes, estancias en la playa, la montaña, etcétera. Y, claro, como buenos aficionados, nuestro equipo fotográfico no falta a ninguno de estos eventos (ni debería). Lo que ocurre es que, en algunas ocasiones, estas oportunidades vienen de la mano de condiciones que no son las más adecuadas para el equipo. Y no sólo inadecuadas, sino también dañinas para nuestra cámara y objetivos. Si estás en el hemisferio sur donde no hace precisamente calor, no pienses que este artículo no es para ti, pues el frío y la humedad también pueden ser perjudiciales para tu cámara. Esto no significa que la dejes guardada en casa, por supuesto, esto es lo más dañino para ella y para ti, sino que tomes ciertas precauciones. De estas precauciones (y no me refiero a echarle crema solar 😉 ) son de las que te voy a hablar hoy. Si quieres que la vida de tu equipo sea lo más larga posible… ¡no te las pierdas!
Salpicaduras y humedad
Antes de manipular la cámara, si tienes las manos mojadas sécalas muy bien. Este consejo que parece tan obvio se olvida muchas veces o no le damos la importancia que tiene. ¡No lo olvides nunca!
Si vas a estar muy cerca del agua y crees que el riesgo de que se moje es alto, procura utilizar una carcasa acuática aunque no pienses sumergirla o envúelvela en algún plástico. Puedes improvisar una funda con una bolsa de plástico transparente y una cinta adhesiva.
Si tu cámara es salpicada por agua, sécala inmediatamente y envuélvela en un paño seco. Si se ha mojado mucho, los granos de arroz pueden ayudarte a retirar la humedad. En este caso no intentes encenderla inmediatamente para comprobar los daños. Mejor que esperes a que se seque bien. Y si ha ocurrido la tragedia de que ha caído al agua, retírala lo más rápido posible, sacúdela, abre todas las partes que se puedan para secarlas y dale con un secador para llegar a las partes más inaccesibles.
Cuando guardes la cámara, déjala en un lugar seco pues la humedad puede hacer que aparezcan hongos. Las bolsitas de gel de sílice ayudan a absorber la humedad. Los hongos también se combaten sacando la cámara a pasear de vez en cuando, y no me refiero como el que pasea la mascota, sino que hagas fotos con ella 😉 Para eso están por ejemplo nuestros retos semanales. El sol (no en exceso, claro) también es bueno para combatir estos indeseados visitantes. Si tu casa es muy húmeda, pon de vez en cuando tu equipo a tomar el sol (un poquito).
Lluvia
Sí, claro, la lluvia es agua, pero no es una salpicadura espontánea. La lluvia cae de forma constante y no debe ser un impedimento para sacar la cámara a pasear, es más debería ser un buen motivo para salir a tomar fotos. Eso sí, con una buena protección y no precisamente un paraguas, pues es bastante incómodo. Para ello existen unas bolsas protectoras e impermeables, como por ejemplo esta.
Para emergencias también puedes llevar en la mochila una bolsa de plástico normal y ajustarla como puedas si la lluvia te pilla de imprevisto. Envolver la cámara en film transparente del que se usa para cocina también puede ser una buena opción.
Sal
Si el agua es peligrosa para tu cámara, no te puedes ni imaginar lo dañino que puede ser el salitre. Si tu cámara es salpicada con agua del mar puede quedar gravemente dañada. Por eso lo mejor es evitar la catástrofe. ¿Cómo? Teniendo mucho cuidado, manteniendo la cámara siempre que no la estés utilizando en su funda y evitando también los cambios de objetivos o batería que no sean imprescindibles. Y, antes de usar la cámara, límpiate las manos con agua dulce o con alguna toallita desechable. Como última recomendación, si te acabas de bañar, no te cuelgues la cámara al cuello a menos que te pongas una camiseta limpia, tu cuerpo estará lleno de sal y el roce puede provocar que algunas de estas partículas se cuelen por dentro de la cámara.
Sol y calor
Un poquito de sol puede venir bien para prevenir hongos, pero un exceso puede matar a tu equipo o estropearlo. Por eso, si no vas a usar la cámara y hace calor, no la dejes al sol ni siquiera estando dentro de su funda, déjala en la sombra, en el lugar más fresco y seco que puedas colocarla. Si no hay ninguna sombra, cúbrela con algún material reflectante, como un papel aluminio o una manta térmica.
Un parasol para el objetivo puede protegerlo del exceso de rayos solares y también de pequeñas salpicaduras accidentales si estás cerca del agua.
A la hora de dejar tu equipo en el coche, si no está en la sombra, procura dejarlo en algún lugar en el que no vaya a darle el sol en ningún momento, como por ejemplo debajo de un asiento o en el maletero.
También puedes echar un vistazo al manual de instrucciones para ver qué temperaturas puede soportar tu equipo, pues puede variar de una cámara a otra. Aunque no vayas a llevarla al extremo, no está de más conocer qué límite no debes cruzar nunca.
Polvo y arena
Si eres de aquellas personas que adoran fotografiar la playa, o viajas al desierto, cubres algún que otro rally o te acercas de cualquier otra forma al polvo o la arena con tu cámara, para que sus partículas no se posen en el sensor o en cualquier otro lugar del interior de ésta, deberías tomar ciertas precauciones. La primera de ellas es llevar la cámara en una funda adecuada. La segunda, que procures no cambiar el objetivo o la batería si hay viento o si ves que hay muchas partículas de polvo en el aire. En estos casos mejor que te resguardes para hacerlo.
Otra recomendación importante es que nunca, nunca, dejes tu cámara directamente sobre la arena y que mantengas la bolsa del equipo lo más alejada posible del suelo. Llevar la cámara metida en una bolsa hermética (como las de congelar alimentos) puede evitar que si entra arena en la mochila le entre también a la cámara.
En el caso de que la cámara cayera a la arena accidentalmente, lo menos recomendable es que te pongas a limpiarla allí mismo, mejor guárdala en una bolsa o liada en alguna prenda y que la limpies cuando estés en casa, con tranquilidad y alejados de cualquier mota de arena o polvo para poder desmontar la cámara con seguridad.
Otro truco muy práctico, sencillo y económico es sellar con cinta aislante las ranuras y aberturas de la cámara, como las de la tarjeta, batería, puertos o el acceso al micrófono si lo tiene.
Líquidos varios
Existen otros líquidos, además del agua, que pueden ser perjudiciales para la salud de tu cámara. Por ejemplo, ahora que estamos en el inicio de verano por este hemisferio y es muy típico usar la cámara para fotografiar a nuestros retoños después de haberlos embadurnado en crema solar, corremos el riesgo de llenar nuestra cámara con este pringue. Evítalo secándote bien las manos o retirando el exceso de crema con un papel, pues con el sudor la crema puede acabar colándose por algún lugar de la cámara.
Cuidado también con los líquidos limpiadores, si tienes dudas de cómo limpiar tu cámara, te aconsejo que te leas este completo artículo publicado en el blog.
Frío
El frío puede afectar tanto a la cámara de fotos como a los objetivos. Lo primero que debes saber es que la batería se descarga más rápidamente, por lo que si vas a realizar una sesión invernal y se prevé larga, lleva una batería de repuesto para no quedarte a medias. Si la llevas cerca del cuerpo en lugar de en la mochila, tu calor protegerá la batería, o mejor dicho su carga.
En cuanto a la cámara y los objetivos, es importante que no se produzca condensación. Esto ocurre con cambios bruscos de temperatura, si estás en exteriores con mucho frío y entras en un lugar donde la temperatura es mucho mayor, los vapores se convierten en líquido y se forman esas gotitas que en cualquier otro lugar pueden parecer inofensivas (como en la mampara de la ducha) pero que en tu cámara pueden resultar letales. También puede ocurrir al revés. Para evitar esto, lo mejor que puedes hacer es guardar la cámara en su funda antes de entrar o salir a una temperatura muy distinta. De hecho, cuanto más tiempo pase la cámara dentro de la funda durante la sesión mejor para ella (y para ti, claro). No cambies los objetivos al aire libre en condiciones extremas de nieve o agua nieve y una vez en recogidos, mejor deja que pase un buen rato antes de sacarla para que se aclimate gradualmente a la nueva temperatura.
¿Qué pasa si se ha producido la condensación? En ese caso, lo mejor es esperar a que el equipo de adapte a la temperatura ambiente y desaparezca la condensación. En ningún momento debes retirar el objetivo, pues en ese caso sí que puedes provocar un daño mayor llegando el agua al sensor, por ejemplo. Una condensación no tiene por qué ser muy grave, sin embargo, si se produce muy a menudo es bastante probable que aparezcan los temidos hongos.
Más vale prevenir…
Teniendo en cuenta estas precauciones, tu equipo se conservará en buen estado durante mucho más tiempo y evitarás viajes innecesarios al servicio técnico. Yo pagué en su momento la novatada de la arena y ya no me pasa más, no dejes que te pase a ti tampoco 😉
Si este artículo te ha parecido útil, te agradecería que lo compartieras para que más equipos fotográficos se beneficien de estos consejos. ¡Larga vida a tu equipo!