Es innegable que la fotografía de paisajes tiene muchísimos seguidores, principalmente por la fuerte atracción que ejercen. Claro, estás delante de un paisaje precioso, con una belleza que casi te hace llorar. Lo quieres retener en tu retina (valga la redundancia), te gustaría dejarlo en tu memoria, enmarcado, y recurrir a él cada vez que te apeteciera, cada vez que quisieras volver a disfrutar de esa espectacular belleza. Pero la memoria es traicionera, no retiene ni con tanta nitidez, ni con tanta realidad y mucho menos por tanto tiempo como quisieras. Por eso, el mejor recurso es fotografiarlo, porque es la única forma de atraparlo con tus manos y llevártelo a casa, para ti, para siempre.
El chasco
Pero a veces te lo llevas y cuando lo abres en el ordenador, te llevas el chasco del quince. ¿Dónde está el encanto? Ya no es que no puedes oler las flores o el mar como cuando estabas en el sitio, ni percibir la brisa, ni escuchar las olas o los pájaros. Todo eso ya lo imaginabas al disparar. Pero no, es algo peor, es que el paisaje no es para nada tan atractivo como lo has visto, no parece ni la mitad de bonito y tú no sabes qué ha fallado, porque el histograma decía que la exposición era la correcta, el balance de blancos era el adecuado, pero algo falla… y no sabes qué es. Pues te diré lo que ocurre la mayoría de las veces. Es un error de composición. Te emocionas tanto con el paisaje que crees que sólo tienes que controlar la luz, la profundidad de campo y poco más (que no es poco 😉 ). La composición la ves tan bonita ante ti que no crees que haya que tenerla en cuenta, pero no es así. Existen unos cuantos errores muy típicos que debes conocer para intentar evitarlos a toda costa. ¿Te quedas a conocerlos? Además, en este completísimo artículo sobre fotografía de paisajes encontrarás todas las claves para lograr las imágenes más alucinantes.
1. Horizontes torcidos
Un horizonte inclinado no es creativo ni atractivo a no ser que tenga una intención muy clara y que se entienda bien al ver la imagen, como por ejemplo dar la sensación de que es algo empinado por donde ha de ascender un senderista, por decir algo. Pero por lo general, es un descuido muy tonto que pasa a menudo y que es muy molesto. Puedes cargarte una foto genial por una pequeña distracción como esta. Si te ocurre, no dudes en corregirla con cualquier editor de imágenes. Ni siquiera has de tener el photoshop instalado. Aquí tienes unos cuantos editores on line, si no todos, la mayoría deben traer la opción de enderezar.
2. Olvidar incluir un elemento de interés
Una imagen ha de tener un centro de interés al que dirigir la mirada del espectador, de otro modo, la fotografía pasará completamente inadvertida, será aburrida y carente de interés. En un paisaje puede ser un animal, el sol, una cabaña, una barca, o incluso una roca. Hay cientos de elementos que puedes utilizar como centro destacado de tu imagen, lo que pasa es que ante la belleza de lo que estás viendo, es muy fácil que se te olvide… Recuérdalo bien, porque luego al traducir ese paisaje a dos dimensiones y con los límites del encuadre, necesitas algo que le de esa fuerza perdida por el camino del diafragma.
3. Elementos que estorban
Una vez que tienes identificado tu elemento de interés, debes aislarlo para darle un mayor protagonismo. Si hay otros elementos parecidos muy cerca, en el mismo plano o justo detrás, le restarán protagonismo a tu punto de interés y la imagen tendrá menor impacto. Observa la siguiente imagen, el árbol que hay justo detrás del principal, se mezcla con sus ramas y le resta atractivo visual. Esto se puede corregir con un cambio de perspectiva, a ser posible que detrás del árbol que se quiere destacar haya cielo o nieve, o los árboles de detrás queden más lejos y/o desenfocados. La segunda imagen es muy parecida pero está mejor resuelta, ¿no crees?
4. Encuadrar sólo horizontalmente
Lo más normal a la hora de encuadrar un paisaje es hacerlo de manera horizontal. Esto es por varios motivos, porque transmite calma, como los paisajes, porque es la forma natural de la cámara y porque es más parecido a como ven nuestros ojos. Eso está muy bien, sin embargo, hay situaciones en las que un paisaje puede ganar (y mucho) si cambiamos el encuadre en sentido vertical. ¿Cuándo? Pues cuando queramos aportar dinamismo a un escenario o cuando la «estampa» que tengamos delante así nos lo pida. Por ejemplo, en la siguiente imagen, ¿no crees que el encuadre vertical es lo más acertado en este caso?
5. Quedarnos en la perspectiva «normal»
Cuando hablo de perspectiva normal, me refiero a la perspectiva que resulta al disparar a la altura de los ojos. Es la que estamos acostumbrados con y sin cámara, por ese motivo, una imagen tomada desde ese punto de vista no aporta nada nuevo, no impacta como puede hacerlo disparar desde un punto más bajo o más alto. Arriesga un poco y ganarás mucho, no tengas miedo a ensuciar tu ropa 😉 .
6. No guiar la mirada del espectador
Una fotografía no sólo se ha de mirar, también se ha de leer. Si quieres captar la atención del espectador debes lograr que su mirada recorra tu imagen y decida quedarse en ella. Si no haces esto, simplemente posará la vista sobre la imagen un instante y pasará a «otra cosa mariposa». No guiar su mirada es un suicidio fotográfico. Siento ser tan dramática pero… es lo que hay 😉 . Puedes hacerlo a través de un punto (centro de interés), dos puntos (elementos) que se leen como una línea, a través de líneas o de formas (por ejemplo, el círculo incompleto de un arcoiris).
7. Fondo sin interés o aburrido
Nos encantan los cielos despejados. Aplaudimos con las orejas cuando nos asomamos a la ventana y vemos un cielo azul, sin nubes acechando, toda la bóveda celestial de un azul intenso… qué maravilla ¿o no? Si se trata de fotografiar paisajes es más bien lo segundo. ¿Por qué? Porque, a pesar de ser una garantía de seguridad para tu equipo (es decir, no hay riesgo de que se moje), un cielo azul plano resulta de lo más aburrido en una imagen. Eso no significa que no puedas salir a fotografiar paisajes en un día así. Pero darle importancia a ese cielo es un error muy recurrente. Si no tienes nubes atractivas, o un cielo de colores por el amanecer o el atardecer, no dejes que ocupe más de un tercio de tu imagen, o lo que es lo mismo, réstale protagonismo.
8. Saltarse las reglas sin una clara intención
Sí, sí… ya sabemos que las reglas están para saltárselas, pero… ¿las conoces? ¿Te las saltas con una clara intención? Si la respuesta es no a alguna de estas dos preguntas, o a las dos, te recomiendo que repases las leyes de los tres tercios y del horizonte, claves en la composición fotográfica. Sí, es cierto que no hay que cumplirlas a rajatabla, pero saltárselas a la torera por no prestar atención o por pensar que el paisaje ya es bonito de por sí, es otro error tan típico como grave.
9. Falta de profundidad
¿Ves la imagen de abajo? ¿A que produce una gran sensación de profundidad? Pues esto es algo que en muchas ocasiones se olvida transmitir. Disparamos sin tener en cuenta la necesidad de incluir elementos en los distintos planos y la imagen finalmente resulta plana, como si las partes del paisaje estuvieran unas encima de las otras en lugar de detrás.
10. Encuadrar sólo a través del visor
Muchas veces, por el ansia de fotografiar todo lo que vemos, cometemos el enorme error de no despegar la cámara de nuestros ojos. Lo que ocurre con esto es que sólo miramos a través del visor (o de la pantalla Live View, en algunos casos) y la consecuencia de esto es que se falla habitualmente en el encuadre. Es necesario ver toda la escena con los ojos bien abiertos, con todo su ángulo de visión, estudiarla y a partir de ahí, elegir el mejor encuadre. Ayúdate de tus manos para seleccionar qué parte quieres inmortalizar y cambia de ángulo, postura, posición…
11. Olvidarse del blanco y negro
Es normal pensar en paisaje y pensar en color. Pero quedarse ahí es un error típico que debes evitar. Los colores de los paisajes son maravillosos para retratarlos, pero hay ocasiones en las que el blanco y negro le puede dar a la escena un toque muy especial y aportarle mayor dramatismo. No te olvides de él 😉
Sé que es difícil tener en cuenta todos estos aspectos a la vez, porque sumados a todos los parámetros de la cámara que has de controlar, los filtros (si utilizas), el trípode, la distancia focal… Son tantas cosas que es muy difícil prestar atención a todo, pero si sabes conducir recordarás esas primeras veces que te suponía un mundo estar pendiente del embrague, el acelerador, el freno, el espejo, el coche de delante, encender las luces, los coches que venían por detrás, el intermitente, el volante… ¡y las marchas!, te caían los sudores de la muerte y pensabas que jamás ibas a poder controlarlo todo… Pero unas cuantas clases más tarde, como por arte de magia, todo comenzó a ser más fácil, algunas acciones se automatizaron y nunca más tuviste que pensar en ellas. Ahora te es tan fácil conducir… no tienes que pensar en que tienes que pisar el embrague, simplemente lo haces. Pues eso mismo te pasará con la fotografía, llegará un día en que no tengas que pensar en si el horizonte está recto o no, si has encuadrado correctamente o si has logrado capturar la profundidad, simplemente lo harás sin darte cuenta. ¿Que qué necesitas para llegar a ese punto? Ya lo sabes… ¡¡practicar!!
Pues eso, ya estás tardando 😉 , pero antes te pediré un favor, pequeño para ti, grande para mí. Comparte este artículo en Facebook o Twitter y me harás más feliz que una perdiz 😉 . Gracias y ¡hasta la próxima!