Una de las claves fundamentales para lograr un retrato espectacular es conectar con la persona retratada. Y, sin embargo, una de las cosas más frustrantes para un fotógrafo al que le gusten los retratos (que no nos engañemos, somos casi todos en algún momento de nuestra vida) es querer pero no poder, no saber, no atreverse y ver cómo la oportunidad se esfuma ante nuestra atónita mirada.
Antes de continuar, te recomiendo esta mega guía que hemos preparado sobre fotografía de retrato con todos los trucos y consejos para lograr unos increíbles retratos. Además, encontrarás inspiración y muchísimo más de lo que puedas imaginar.
Sigamos con el tema de hoy, ¿cuántas veces has perdido una maravillosa oportunidad por vergüenza?, ¿cuántas veces sientes que te has precipitado?, ¿o que has perdido la esencia de la persona por el camino? ¿Nunca has sentido que estabas demasiado lejos, que esa sonrisa era demasiado forzada, en definitiva, que eso no era lo que querías mostrar?
Entre tú y yo, ¿cuántas veces? ¿Decenas? ¿Cientos?…¡! Parece que ha llegado la hora de ponerle solución 😉 Si me sigues te daré unos cuantos trucos para intentar resolver esta encrucijada, este querer y no poder, este buscar y no encontrar… Vamos a ello 😉
- Más allá de lo evidente
- La empatía es tu mejor baza
- Averigua quién es
- Rompe el hielo
- Claves para vencer tu propia inseguridad
- Cómo hacer que tu modelo se sienta cómodo
- Práctica y paciencia
1. Más allá de lo evidente
Hay muchos motivos por los que un retrato puede fallar pero, para mí, el peor, mucho peor que un fallo de técnica, de exposición, o incluso de composición, es que el retrato sea sólo una cara en un papel (o en una pantalla).
Es decir, que nuestro retrato no hable, no diga nada, no transmita una emoción, una situación, un sentimiento, algo. Más allá de si esa persona es o no bonita o fea, joven o adulta, los retratos deben hablar (gritar si es necesario), deben explicarse por sí solos, deben conmovernos de alguna forma. Esa es la clave de un retrato y, para mí, la parte más difícil.
Piénsalo bien, cuando te paras ante un retrato en el que dices buah o uala, o guau, o lo que sea que digas cuando algo te deja sin aliento, es porque ese retrato va más allá, dice algo más, te sacude, te llega.
2. La empatía es tu mejor baza
Y ahora me dirás, vale, yo quiero hacer eso, quiero sacudir al que mira la foto, quiero llegarle, quiero hacer que mi forma de ver el mundo sea suya por unos instantes, pero no tengo ni idea de por dónde empezar.
Pues bien, no estás solo (o sola) en la batalla, porque conseguirlo depende de ti, pero también de la persona que tienes delante, y es aquí donde ya te pones nervioso (o nerviosa 😉 ) y es aquí donde llegamos al título de este apartado y que resumirá todos los consejos que pueda darte a continuación. La empatía es tu mejor baza y no sólo eso, es el único camino para conseguirlo.
Porque un retrato habla por igual de ti y de la persona que tienes delante, y si consigues que los dos os mováis en la misma dirección, con un mismo objetivo, ya tienes medio trabajo hecho.
3. ¿Quién es?
Y dirás vale, empatizo, ¿pero cómo lo hago con esta persona que no conozco de nada y a la que tengo que ponerme a fotografiar en unos pocos minutos?
Muy fácil, para fotografiar a alguien hay que conocerlo primero, y con eso no me refiero a que sólo puedas fotografiar a tu hermano o a tu madre, me refiero a que debes averiguar aunque sea unas pinceladas de esa persona, dedicarle unos instantes para hacerte una idea de quién es, qué quiere, qué le gusta. Fotografiar a alguien sin conocerlo de nada no es buena idea en fotografía de retrato.
4. Romper el hielo
Muchos retratos forzados suceden porque no hemos conseguido conectar con nuestro modelo, puede ser por nuestra propia timidez e inseguridad, o porque no hemos conseguido que nuestro modelo rompa con su propia vergüenza o recelo. Para solucionarlo:
- Sonríe. A nadie le gusta estar a merced (fotográficamente hablando) de alguien con cara de enfado. Las sonrisas amables nos gustan, nos relajan y nos hacen sentir confianza y bienestar.
- Preséntate, háblale un poco de ti, quién eres, por qué haces lo que haces. Hablar, compartir y relacionarse son formas maravillosas de conectar con la otra persona.
- Sé amable, respetuoso y, sobre todo, cercano.
- Si eres gracioso, aprovéchalo ;-). Hay pocas formas mejores de romper el hielo :-).
- Guarda la cámara para el final. Primero la relación humana. Las fotos después ;-).
5. Claves para vencer tu propia inseguridad
Es normal que estés nervioso ante una sesión de retrato. El retrato no es fácil, las miradas son efímeras y hay tantos aspectos que escapan a nuestro control. Nosotros trabajamos con personas y no objetos, así que hay muchos aspectos a controlar.
- Practica con alguien de confianza. Antes de lanzarte a cualquier tipo de fotografía debes practicar, y mucho. Antes de retratar desconocidos, prueba a coger soltura con alguien de confianza al que puedas dirigir sin miedo.
- Haz los deberes antes de la sesión. Esto es: saber qué imágenes quieres hacer, cómo las quieres hacer… Si llegas a una sesión de retrato con la mente en blanco y no se te ocurre nada, puede que te dé un ataque de nervios, pero si ya tienes claras unas cuantas ideas con las que empezar, te servirán para arrancar y coger seguridad y soltura.
- Apréndete algunas poses que te gusten de memoria y ponlas en práctica.
- Hay aplicaciones de poses que puedes llevar en tu Smartphone (por ejemplo (Posing App) para inspiración y/o momentos de urgencia 🙂
- Lo más duro es arrancar. Así que hazlo. Es decir, toma algunas fotos sin pensar demasiado, haz los ajustes necesarios, las pruebas necesarias. Ya está, ya has arrancado. ¿Ves qué fácil? 😉
- Practica muchísimo. Cuanto más domines la parte técnica, más podrás olvidarte de ella y podrás centrarte en la parte artística del proceso 100%. Así podrás acercarte a aquello que tenías en mente
- Confía en ti. Puedes hacerlo 🙂
Cómo hacer que tu modelo se sienta cómodo
Seguramente no eres el único que está nervioso ante un retrato. Por eso, no olvides la palabra mágica: empatía, es decir, ponte en su lugar:
- Intégralo en la sesión: es decir, explícale lo que vas a hacer, lo que quieres conseguir, lo que necesitas que haga la otra persona. Lo desconocido nos asusta, pero si tenemos información clara y precisa de lo que va a pasar a continuación nos sentimos más confiados.
- Tú diriges la sesión y así debe ser, es decir, se espera de ti que lo hagas y, si no lo haces, lo más probable es que todo el mundo se ponga nervioso.
- Si tu modelo es algo tímido ante la cámara:
- Busca poses naturales en las que se sienta cómodo.
- Dale algo que hacer con las manos, tener las manos ocupadas nos relaja (tú tienes tu cámara, ¿pero él o ella…? 😉
- Siéntalo. ¿Verdad que prefieres una entrevista de trabajo sentado que de pie?
- Proponle hacer alguna actividad con la que se sienta cómodo/a. Así tendrás imágenes más dinámicas y a tu modelo más relajado.
- Invítalo a apoyarse en la pared. Hacerlo también relaja la pose y la actitud en general.
- Empieza con los planos más generales y deja los primeros planos para cuando la sesión fluya con más naturalidad.
- Sé claro y conciso en tus peticiones (pero sin pasarte). Es decir, mejor un «mira allí y piensa en algo que te haga sentir alegría” que: «mira allí, sonríe, levanta el pie 90º a la derecha, el hombro a 45º de la pared, la barbilla en ángulo…» 😉
- No pares constantemente a mirar la pantalla, eso ralentiza la sesión y la hace pesada, además de que mientras consultas tu pantalla, puedes perderte instantes únicos.
- Muéstrate confiado, si tú estás relajado, lo contagiarás a cualquiera que tengas cerca.
- Sabes lo difícil que es estar ante una cámara para la mayoría de los mortales, ¿verdad? Pues otra vez, te digo: ponte en su lugar :-).
Práctica y paciencia
Ten paciencia, mucha, y sé flexible. A veces las cosas no salen como las esperábamos, a veces salen incluso mejor. La inspiración muchas veces nos llega trabajando, créeme. Un millón de veces tenía una idea en la cabeza que al final no ha funcionado, pero persiguiendo esa idea inicial, me ha surgido otra aún mejor. La cuestión es perseverar y no rendirse. Marcarse metas y resultados factibles e ir poco a poco alcanzando tus hitos.
¿Te has encontrado alguna vez en alguna de estas situaciones? En ese caso, espero que encuentres por lo menos un par de ideas que te sean útiles la próxima vez que debas «enfrentarte» a un retrato. Ah, y no olvides compartir este artículo para que más gente pueda beneficiarse de su contentido. Muchas gracias por leer hasta aquí y hasta la próxima 🙂