Hoy es el día mundial de las montañas y queremos brindarle un pequeño homenaje. Sabemos que en el blog nos siguen muchas personas amantes de la montaña, además de compartir la pasión por la fotografía, así que voy a dedicar el artículo de hoy a decirte cuál es el mejor momento y las mejores circunstancias para la fotografía de montañas. Y si lo que quieres es profundizar en la fotografía de naturaleza, esta es nuestra guía más completa, con consejos, trucos y mucha inspiración.
Ya te hemos dado consejos para fotografiar las montañas y una buena dosis de inspiración. Hoy nos vamos a centrar en el momento en cuanto a luz y condiciones para capturarlas de forma impresionante.
¿Cuál es el mejor momento para fotografiar montañas?
La verdad es que no hay un solo momento adecuado, sino el mejor en función de cómo quieres mostrarla, qué quieres transmitir con tu fotografía. Así que la cuestión es cuándo hacer tu fotografía de montañas según qué quieres contar:
- Amanecer y atardecer
- A contraluz
- Con niebla
- Con nubes
- A mediodía
- Con nieve
- De noche
Vamos a ver detenidamente cómo y por qué.
1. Amanecer y atardecer
Este momento es un clásico, para la fotografía de montañas y para los paisajes en general. Por eso he decidido comenzar por aquí, aunque verás que no es el único-mejor-momento.
El amanecer o atardecer es un momento ideal para destacar las texturas y los volúmenes de la montaña. Si quieres evitar un paisaje plano o te importa más el volumen que el detalle, lo ideal es fotografiar cuando el sol está bajo, bien cuando se va a poner o al poco de salir. Esta luz rasante que baña las montañas, es atractiva de por sí, además de producir los contrastes de luces y sombras que aumentan los relieves de las rocas, y ofrecer una mayor nitidez en todo el paisaje.
Cuanto más bajo esté el sol, más se alargan las sombras de los árboles, la vegetación, las rocas, etc.
Este también es un buen momento si quieres fotografiar el reflejo de la montaña, La posición de la luz hará que tu reflejo sea mucho más visible y atractivo. Observa el siguiente ejemplo:
Por otro lado, justo cuando va a salir o se acaba de poner, tienes esa hora mágica que es fascinante y que te dejará una preciosa estampa de cielos anaranjados cerca del horizonte que se van transformando en violetas y azules.
Antes de que caiga la noche oscura, mientras el cielo es de un azul intenso, pero donde se perciben distintas tonalidades, es también ideal para fotografiar montañas con luces artificiales, porque la combinación entre este azul y el amarillo-naranja de las luces es mucho más atractiva. Se lucen tanto las luces y las montañas.
2. Contraluz
Y ya que hablamos de cuando el sol está bajo, vamos a hablar no de cuando lo tenemos a la espalda o a un lateral, sino cuando lo tenemos enfrente, detrás de la montaña que queremos fotografiar.
Aquí tienes dos opciones, fotografiar la silueta o capturar el sol y dejar que los creativos flares inunden tu fotografía aportándole un aire cálido y cercano como en el siguiente ejemplo. De esta forma creas también una atmósfera que hará sentir al espectador como si estuviera ahí mismo.
Te aconsejo que, si es muy atractiva por su forma, se parece a algo que se reconozca en un vistazo, es una montaña conocida, etc., intentes capturar su silueta.
3. Con niebla
La niebla puede ser como una varita para hacer magia. Si realizas una fotografía de montañas envueltas por la bruma, lograrás una imagen de impacto, enigmática, onírica, capaz de atrapar cualquier mirada.
Es una oportunidad para encontrar un escenario completamente diferente, hechizado, misterioso y seductor. Si no me crees, mira este ejemplo:
4. Con nubes
Uno de los errores de principiante más comunes a la hora de capturar paisajes, es fotografiar cielos demasiado planos. Un día despejado nos puede aportar mucha luz, pero también unos cielos extremadamente aburridos. Por eso, las nubes resultan un complemento ideal para fotografiar tus montañas.
Y es que estas aportan atractivo al cielo y crean un doble contraste muy llamativo. Por un lado, las montañas son un elemento sólido, pesado, mientras que las nubes son vaporosas, ligeras. Otro contraste resulta por el movimiento, mientras la roca es estática, la nube se mueve. Con una larga exposición puedes potenciar esta sensación y lograr una imagen de vértigo (en todos los sentidos).
Las nubes pueden dar mucho juego, porque además sirven de difusor de la luz y ayudan a crear ambientes que despiertan emociones distintas a las que hemos podido ver hasta ahora.
Con un cielo muy nublado, la luz difusa te ayudará a fotografiar tu montaña con mayor detalle. También puedes utilizar los cielos grises para crear fotos de montañas nostálgicas, como en el siguiente ejemplo. Porque no olvides que con tus fotografías puedes (y debes) transmitir una emoción, evocar sensaciones en el público.
Si miras al cielo y ves que hay nubes, no te lamentes, al contrario, haz palmas porque te darán mucho juego, eso sí, si ves que van con riesgo de lluvia, protege tu equipo 😉 . Y después, espera al arcoíris, te irás a casa con premio.
5. A medio día
La luz dura y cenital del mediodía, es ideal para la fotografía de montañas áridas, casi desérticas. Esta luz elimina las sombras, potencia la sensación de sequedad, incluso de aislamiento. Es con esta luz cuando lucirán en su máxima expresión si quieres transmitir desolación, abandono, etc.
6. Con nieve
Una montaña con nieve es un plus. Su atractivo, la belleza de los extremos, cómo refleja la luz o cómo baña de blanco todo el escenario, son solo algunos de los motivos.
Pero es que, además, puedes encontrar maravillosos contrastes de montañas nevadas al fondo con un primer plano de paisajes áridos o primaverales o un deshielo en el que el blanco se funde con el verde, etc.
Y quien dice nieve, dice hielo 😉 Mira aquí qué bonito resulta el contraste entre el verde y el blanco junto con el negro.
Y al igual que te recomendaba en el apartado de las nubes, protege tu equipo, esta vez contra el frío.
7. De noche
Y la luz dejó paso a la oscuridad… o no. Aunque no lo parezca, por la noche también hay luz, bien de la contaminación lumínica, bien de la luna, o de tus potentes linternas con las que iluminar la montaña, pero es el momento de hacer magia, de sorprender, de soñar. Estrellas, auroras boreales, cielos de nubes rojas por el reflejo de la iluminación de la ciudad, las luces de los vehículos que pasan entre la montaña, sus haces de luz… las opciones son muy numerosas. Cuando crees que ha llegado el momento de guardar la cámara, es cuando se abre ante ti un mundo de posibilidades.
Para terminar, y para que veas la importancia de fotografiar las montañas en función de la luz o de las condiciones climatológicas, te dejo con una galería de imágenes del mismo lugar en diferentes momentos. Puedes observar que, el mismo conjunto montañoso, y con un encuadre muy similar, el efecto y las sensaciones que provoca son completamente diferentes. Cada fotografía evoca una emoción muy distinta.
¿Y qué pasa si mi montaña no es nada espectacular?
Resulta que quieres fotografiar una montaña que tienes frente a tu casa y te parece de lo más sosa, nada que ver con estas fotos. Vaya… ¿Pues sabes algo? Tu montaña está repleta de belleza, pero la cotidianidad, el verla cada día, hace que la veas insulsa. Te propongo un ejercicio. Estúdiala. Mírala con ojos nuevos, como si fuera la primera vez. Obsérvala a diferentes horas, fotografíala con distintas condiciones climatológicas. Busca su mejor perfil, su lado más fotogénico. Seguro que lo tiene, pero aun no has escuchado lo que te tiene que contar. Ha llegado el momento.
Y también ha llegado el momento de despedirme. Antes de decir adiós, ¿quieres contarme algo en los comentarios?
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