¿Quién no ha hecho fotografías en interiores cientos de miles de veces? Y de esas cientos de miles de veces, ¿cuántas te han quedado bien? Confiesa, no muchas 😉
Eso es porque la fotografía de interiores, si bien no es difícil, requiere cierto esfuerzo y planificación. Hay muchas variables dentro de esas cuatro paredes: diferentes luces mezcladas, zonas oscuras, elementos reflectantes, líneas verticales, horizontales y miles de candidatos a hacer que tu imagen fracase estrepitosamente 🙂
Pero no te preocupes, el remedio es tan sencillo como prestarle atención a estos errores tan típicos como fácilmente solucionables. ¿Los vemos?
No disparar en RAW
Solemos aconsejar disparar en RAW de forma general ya que, como hemos explicado alguna vez, es el formato que más información de la toma recoge, permitiéndonos trabajar mejor en el procesado de la imagen posterior. En interiores, te lo aconsejaré con más fervor aún si cabe 😉 . Disparar en RAW te permitirá realizar pequeños ajustes a posteriori sin perder calidad en la imagen.
No controlar el Balance de Blancos
Todas las luces tienen diferente temperatura de color. Las hay cálidas, verdosas, azuladas o blancas. Y aunque nuestro ojo puede que no las perciba a simple vista, sí lo hace nuestra cámara. Cuando tomamos fotografías en interiores, es muy común encontrarnos con luces que tiñen nuestra imagen de tonos anaranjados (luces de tungsteno) o verdosos (fluorescentes) e incluso con varios de ellos mezclados. Para evitar que los diferentes tonos dominen nuestra imagen, es esencial configurar el balance de blancos de nuestra cámara previamente a menos que, como te aconsejé en el punto anterior, hayas disparado en RAW. En ese caso, podrás ajustarlo en el posterior procesado de la imagen.
Usar el flash
No me malinterpretes, si sabes usarlo, un buen flash externo puede ser un gran aliado, pero si no lo dominas, o si sólo dispones del que va incorporado a tu cámara, mejor desactívalo y trabaja con la luz de la que dispongas. Los flashes incorporados emiten un destello de luz dura de poco alcance, de modo que solemos encontrarnos con un primer plano muy iluminado (a veces incluso quemado) y oscuro a medida que se aleja.
- Iluminación dura e ineficaz
- Aplana la imagen y modifica los colores originales
- Crea reflejos en determinadas superficies como espejos o muebles reflectantes.
Abusar de la ISO
Para combatir la falta de luz que suele caracterizar los interiores, es fácil caer en un abuso de la ISO para aumentar la sensibilidad de nuestro sensor a la luz y así disponer de más margen para trabajar con velocidades algo más elevadas. Hasta ahí la idea es buena.
Lo malo es que en interiores oscuros necesitas una ISO mínima tan alta que todas tus imágenes van a perder la nitidez mínima aceptable que necesita una buena imagen.
No usar trípode
Aquí tienes la solución a tus problemas de falta de luz; ni aumentar la ISO ni usar el flash. Lo mejor es que trabajes sobre un trípode, que dejes la ISO a un valor bajo (100 por ejemplo) y que ajustes la velocidad necesaria en consecuencia. Así evitarás imágenes movidas y con ruido, y conseguirás la luz que necesitas.
Ahora bien, si quieres fotografiar a algo que posea movimiento intrínseco (mascotas, personas..) no tendrás más remedio que subir la ISO, abrir el diafragma, o usar el flash como última opción.
No controlar el fondo
Sí, te dejaste la cama sin hacer, y quizá cuando hiciste la foto no te fijaste pero a la cámara no se le escapa nada 😉 Por ahí sobresale un calcetín, por allá una chaqueta tirada de cualquier manera, o los platos de la merienda de tus hijos sin recoger.
Fíjate bien en todo lo que llena tu encuadre porque los elementos que no controles pueden echarte a perder la imagen. Si hace falta mueve muebles, cambia el encuadre o recoge un poco 😉 Piensa un poco antes de apretar el obturador y la mitad de fotografías candidatas a la papelera de reciclaje desaparecerán como por arte de magia 🙂
- Si te molesta el fondo, no olvides que puedes jugar con la apertura de diafragma de tu cámara para modificar la profundidad de campo o zona enfocada en la imagen. Recuerda que a valores de diafragma bajos (por ejemplo f/2.8) poca profundidad de campo.
- Otra opción para eliminar elementos indeseados es cerrar el encuadre. Acércate un poco más y deja aquello que no te interese fuera de él.
Líneas torcidas
Otro fallo común en fotografía de interiores son las líneas torcidas. Para evitarlas es importante intentar fotografiar las líneas verticales (estanterías, puertas, armarios…) de forma lo más en ángulo recto posible con respecto a nuestro objetivo.
- Los objetivos Gran Angular, a pesar de que son utilizados en interiores debido a su gran ángulo que permite dar sensación de amplitud, también se caracterizan por distorsionar la imagen, sobre todo en los bordes de la imagen.
No aprovechar la luz natural
Escoge la mejor hora del día para poder aprovechar al máximo la luz natural .
- Ojo con las ventanas quemadas. Puedes utilizar las cortinas como difusores o bien practicar un poco con el HDR o el Bracketing (u horquillado) para compensar las diferentes exposiciones.
Mala composición
Otro típico error de la fotografía de interiores son las malas composiciones. Parece que como el espacio nos limita no podamos variar lo que vemos o lo que tenemos delante, pero lo cierto es que somos nosotros los que tenemos el poder de decidir y controlar lo que saldrá en nuestra imagen.
- Detalles: Si el todo no te convence, prueba a aislar diferentes partes, un cuadro, una butaca con una pequeña mesilla, una lámpara y una silla, un trozo de estantería… dale rienda suelta a tu creatividad y estilismo, no te conformes con una imagen general.
- Menos es más: Puede que el espacio sea diáfano, luminoso, de diseño y sin nada de desorden, entonces estupendo, lo tienes fácil. Si no es así, si las habitaciones son algo más pequeñas, menos luminosas y algo más desordenadas, bienvenido al mundo del común de los mortales. En ese caso tendrás que esforzarte un poco más 😉 Intenta buscar rincones fotogénicos y composiciones menos generales.
La mayoría de errores que cometemos como fotógrafos son no pensar y dejarnos llevar por el instante y por lo que tenemos delante. Hay veces en las que esto será necesario si queremos captar el alma de las escenas, pero otras veces será simplemente un error que nos llevará a una mala fotografía. Cuanto más interiorices los posibles errores, cuantas más veces te fijes en los tuyos propios, cuanto más practiques, más habilidad tendrás para unir esa espontaneidad o capacidad de improvisación tan necesarias como fotógrafo, con la capacidad de anticiparte a los fallos y solucionarlos casi sin pensar.
Espero que te haya sido de ayuda, si es así, compártelo en tu red social favorita. Gracias y hasta la próxima 🙂