7 Pruebas Gráficas de las Bondades de Disparar en RAW

Habrás notado que en más de una ocasión te he insistido en la necesidad de disparar tus fotos en formato RAW, sobre todos las fotos más «importantes», aquellas que podrían acabar siendo tus «obras maestras».

Si me has oído o leído hacer esta recomendación reiteradas veces y no terminas de entender el porqué, hoy te traigo una pequeña muestra que ilustra la terrible diferencia entre disparar una foto normal y dispararla en formato RAW.

¿Qué es el formato RAW?

Para refrescarte la memoria te diré que el formato RAW es un formato disponible en casi todas las cámaras réflex, y que permite conservar muchas de las propiedades de la foto, intactas, para que nosotros las ajustemos posteriormente a nuestro gusto.
El formato habitual, JPG, nos da la foto ya hecha. La sacamos de la tarjeta de memoria y listo, ya la podemos compartir, enviársela a algún amigo por email, subirla al Facebook, etc.
El formato RAW, en cambio, lo que nos da es un archivo que contiene una «futura» imagen. Una imagen todavía no terminada, a medio hacer, medio cruda. Es como el pan precocido, hasta que no lo horneas totalmente todavía no lo puedes comer.
Pues esto es igual. La cámara en el momento del disparo realiza una captura total y fidedigna de la escena o encuadre, y no aplica todavía ningún ajuste ni de balance de blancos, ni de exposición, ni nada de eso. Capturado todo eso, se guarda en un archivo llamado RAW.

Ese archivo RAW es como si fuera el negativo en las cámaras antiguas, analógicas. Todavía hay que tratarlo. Así que, una vez tenemos nuestros archivos RAW copiados al ordenador, necesitamos abrirlos con algún programa especializado en tratar fotos RAW (yo utilizo el Adobe Camera RAW, que viene como parte del Photoshop). Ahí, abrimos los RAW y los procesamos, uno a uno. Ése es el momento en que decidimos esa serie de ajustes que antes se quedaron pendientes.

Una vez ajustado ya todo, revelamos la foto final JPG a partir de ese RAW. Y listo. Ya tenemos nuestra JPG lista para compartir, imprimir y usar, y siempre podemos conservar nuestro fichero RAW como un negativo original en caso de que en un futuro quisiéramos volver a revelar otra JPG tal vez diferente.

Como venía adelantando, he aquí una pequeña muestra en la que puedes apreciar las aplastantes posibilidades que el formato RAW ofrece. A la izquiera tienes la foto tal cual se tomó, y a la derecha la foto ya procesada gracias a los ajustes del RAW.

Como ves, la diferencia salta a la vista.

Que conste que esto no tiene nada que ver con retocar fotos, ni tampoco se trata de aplicar filtros ni acciones ni nada de eso. Son simplemente ajustes que normalmente la propia cámara decide y lleva a cabo cuando disparamos en JPG, y que en RAW se nos cede el control total.

Si quieres profundizar un poco más en el tema del formato RAW te invito a leer estos dos artículos: Ventajas e inconvenientes del formato RAW y Cómo sacarle todo el jugo a tus fotos en formato RAW.

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