Casi todos los que alguna vez nos hemos interesado por este inabarcable mundo de la fotografía, hemos pasado por fases similares. De fascinación a esperanza, a frustración, a abandono, a segundas oportunidades, a pasión sin límites, a desidia de nuevo… Un eterno devenir de emociones sin fin 😉 También va variando la forma en la que percibimos las imágenes de los demás. Primero o nos gustan o no, no sabemos muy bien la justificación de que esto sea así o asá, simplemente unas nos gustan y otras no. Luego ya sabemos algo más de técnica, hemos leído unas cosillas aquí y allá y nos obsesionamos en saber cómo lo hizo, qué ajustes, qué velocidad, qué diafragma. Todo.
Una vez pasada esta fase y cuando la técnica forma parte, en mayor o menor medida, de nuestro bagaje, entonces llegamos por fin al meollo de la cuestión: Cómo lo vio. Porque eso de tener la suerte de estar en el momento oportuno en el lugar oportuno no es cierto en la mayoría de los casos. La fotografía no es sólo cuestión de estar en un sitio fotogénico o de tener un sujeto fotogénico delante. Eso puede que te ayude algunas veces, pero lo cierto es que el trabajo del fotógrafo es ver lo que los demás no ven, y convertir un instante cualquiera en uno digno de permanecer en el tiempo.
Y no sólo eso, la fotografía, por muy reservado que pueda ser uno, está hecha para ser vista, por lo que, no sólo es importante qué y cómo se transmite una idea, sino cómo la recibe y procesa el espectador. Casi nada, ¿eh? 😉 Bueno, que no cunda el pánico, porque otra cosa que he aprendido con el tiempo, es que la fotografía es un don que se aprende y se desaprende continuamente, y que cualquier carencia se suple con trabajo y persistencia, así que después de esta no-muy-breve introducción, veamos cómo podemos aprender a ver una fotografía allí donde los otros no ven nada 🙂
1. Cine
Son primos hermanos y no se entiende la una sin el otro. Hay que ver cine, mucho, clásico y moderno, documental y ficción, en blanco y negro y en color. Cine independiente y comercial, de todo. Piensa que cada una de las escenas se ha trabajado meticulosamente, con una luz, un encuadre y un lenguaje que, fotograma a fotograma, es idéntico al fotográfico. Cuando veas una película, trata de abstraerte e identificar las composiciones, los juegos de luz, el color, el foco en los personajes… Poco a poco y sin esfuerzo, irás absorbiendo tranquilamente desde el sofá un montón de información e irás, sin darte cuenta, adiestrando tu ojo fotográfico.
2. Exposiciones
Sí, no sólo de Instagram, Facebook, Flickr, etcétera vive el hombre o la mujer. Se puede salir de vez en cuando a visitar exposiciones fotográficas. Bien iluminadas, bien ampliadas, con sus explicaciones a pie de página. Sin prisa, saboreando cada una de sus imágenes, acercándote al cristal, alejándote para verlas con perspectiva, comentándolas con el de al lado o guardándotelas para ti. Empápate de los mejores, déjate inspirar, que todo se pega 😉 .
3. Lee sobre fotografía
Sí, lo sé, una imagen vale más que mil palabras. Pero hay cuestiones que van mucho más allá de la imagen, hay cuestiones que se plantean mucho antes de llegar a ella, existe un contexto social, una historia, una filosofía, un objetivo, una ética detrás de cada una de las imágenes que circulan por el mundo. La cámara lúcida de Roland Barthes o Sobre la fotografía de Susan Sontag, por poner dos de los ejemplos más clásicos, te acercarán a otras formas de ver la fotografía. Aquí tienes un magnífico artículo con una buena selección de lecturas de mano de los mejores fotógrafos y pensadores. Entender cómo otras personas entienden el mundo, abrirá tus horizontes y te aportará ideas e inspiración.
4. Encuadra con cámara o sin ella
Es un ejercicio que puedes hacer todos los días, a cualquier hora y en cualquier lugar. Busca encuadres, imagina las limitaciones del mismo; analiza las escenas que tienes delante. Utiliza tu imaginación. Cuanto más te acostumbres a ver en formato fotográfico, más fácil te será previsualizar la composición de las escenas.
5. Conoce las posibilidades y limitaciones de tu equipo
De poco te va a valer imaginar y soñar si no sabes cómo plasmarlo en una fotografía. Y eso, nos guste más o menos, se consigue a través de cierto dominio de nuestro equipo fotográfico. Conocer sus limitaciones, sus atajos, sus trucos, (¡léete el manual! 😉 ) etcétera, nos acercará a la imagen que necesitamos con mayor rapidez. Ya te habrás dado cuenta a estas alturas de que hay imágenes que dependen íntegramente de nuestra velocidad para captarlas.
6. Inicia tu propio proyecto personal
La práctica hace al maestro, pero el maestro no practica si no tiene una motivación, un objetivo, un fin. Así que lo mejor es siempre tener un proyecto en mente. No es necesario ir a por el Pulitzer, con algo personal bastará. Todo, absolutamente todo, vale, siempre que sea un proyecto que te motive y te obligue a tomar fotografías. Puedes proponerte hacer una foto al día y colgarla en una red social, apuntarte a todos los retos de BdF, hacer una serie sobre pies, sobre retratos, streetphotography o mariposas. Todo vale. Porque el sujeto es lo de menos, lo importante es que te obligue a desempolvarte y salir a buscar esas fotos 🙂
7. Aprende a previsualizar la escena
Este es, sin duda, EL punto. Aprender a saber dónde encontrar buenas imágenes, reconocer el potencial de una escena, saber esperar hasta tener todos los ingredientes para el disparo perfecto. Esto es el ojo fotográfico; ese ver el potencial de una gran imagen donde los otros no ven nada. Y es a base de mirar, de pensar, de inspirarse en los demás y en uno mismo, de practicar y sobre todo, de conocer el lenguaje fotográfico, que a base de entrenamiento, nos irá desvelando los secretos de una gran escena.
8. Las líneas
Las líneas son un elemento compositivo de gran valor a la hora de ordenar nuestras imágenes y nuestro centro de interés. Pueden transmitir fuerza, agresividad, sinuosidad, rapidez, actuar como flechas, añadir ritmo, romperlo… Sus posibilidades son infinitas 🙂
9. La profundidad
Como seres curiosos que somos, nos gusta descubrir cosas en las imágenes, historias que van más allá de la principal y más evidente. La profundidad que nos otorgan diferentes planos bien organizados en el espacio, nos permite vagar por la imagen, añadir información a la historia principal, y nos regala imágenes más ricas y completas.
10. El minimalismo
No tienes más que echarle un vistazo a Instagram para ver la cantidad de adeptos que tienen este tipo de imágenes. Pequeños sujetos (humanos o no) en medio de amplios espacios, de composiciones cuidadas y rodeados de espacio negativo, nos evocan soledad, intimismo, abstracción o calma. Muchas veces, menos es más, y este tipo de imágenes, frecuentemente, lo demuestran.
11. Marcos naturales
Sí, son un clásico, pero no por eso desmerecen sus posibilidades. Cuando te encuentres ante un marco de puerta, de ventana, un puente, unos árboles, la entrada de una cueva y un largo etcétera, ten por seguro que si consigues un buen sujeto principal y una buena composición puedes tener una imagen, como mínimo, interesante.
12. La escala
Jugar con los tamaños puede ser otra forma de conseguir imágenes con interés visual. Un ser humano al lado de un ratón puede parecer enorme, un ser humano en el Gran Cañón del colorado, aparece de repente de lo más insignificante 😉
13. Perspectiva
La cantidad de posibilidades que puede tener una imagen simplemente cambiando el punto de vista son impresionantes. Puedes crear gigantes, seres diminutos, imágenes imposibles (perspectiva forzada), potenciar las líneas, etcétera.
14. El color
Muchas imágenes pueden llegar a sostenerse y justificarse simplemente en base al color. Aprender a jugar con los colores complementarios, armónicos, fríos, cálidos, etcétera, es esencial para todo aquél que desee tomar buenas fotografías en color. Por ejemplo, tienes ante ti una pared amarillo chillón, sabes que es una imagen que podría tener potencial. Planea qué es lo que quieres de ella. ¿Quieres que pase ante ella un perro? ¿Un anciano? ¿Una mujer? ¿Quieres de destaquen contra el fondo? ¿Que se fundan en él? Puedes esperar a que aparezca alguien con un jersey azul (complementario) que realce ambos colores, o bien esperar que alguien con un tono parecido al de la pared pase por delante, o cualquier escenario que se te ocurra.
15. El contraste
Si bien es cierto que cada imagen necesita o llama a unos ajustes concretos, en general, como espectadores nos gustan más las imágenes contrastadas y de colores vivos. Tenlo en cuenta si tu objetivo es la belleza de tus imágenes. No obstante, esto no es una norma, hay escenas con intencionado poco contraste que son simplemente magníficas.
16. La luz
Hay luces que llaman a que les hagas una foto. Un rayo de luz que se cuela en el interior de una habitación oscura iluminando un objeto concreto, la luz tenebrosa de un paisaje en niebla, la luz suave de un amanecer o un cuerpo a contraluz, son imágenes que piden ser escenarios de una gran imagen. El resto lo pones tú 😉
17. Armonía
Como espectadores nos gustan las imágenes armónicas, equilibradas, que compensen los pesos a lado y lado del encuadre. Las imágenes armónicas nos parecen lógicas y agradables. En cambio, cualquier imagen desequilibrada provoca otras reacciones: agobio, caos, imperfección, etcétera.
18. Foco
La forma en que la profundidad de campo es capaz de cambiar una imagen nunca deja de fascinarme. La capacidad de aislar al sujeto del fondo o de conseguir escenas nítidas de principio a fin, es algo que debes tener muy en cuenta a la hora de prever el resultado antes de realizar los ajustes de diafragma.
19. Elección del tema
Esta es una decisión completamente personal, claro está. Yo simplemente te recomiendo que, para empezar, escojas lo que tienes cerca, lo cotidiano. No sólo porque son temas que nos gustan, con los que empatizamos, sino porque, aunque probablemente te parezca carente de interés, lo que tenemos cerca siempre es nuestra mejor oportunidad para practicar.
20. Emociona
No importa cómo ni dónde ni por qué, el fin de tus fotografías es emocionar y sorprender a aquél que las observa. No importa si les haces sufrir o reír, derretirse de ternura, o simplemente haces que se pregunten sobre ellas. Lo importante es que sientan algo al verlas 😉
21. Practica mucho
muchísimo y
no te rindas nunca porque,
como dije al empezar,
la fotografía es un don que se aprende,
el ojo fotográfico se desarrolla
haciendo y viendo fotos sin parar,
reflexionando,
leyendo,
valorando,
y aprendiendo a transmitir mensajes
mediante el lenguaje fotográfico.
Y así de poética (de andar por casa, vale 😉 ) me despido no sin antes pedirte que, siempre que te haya sido útil, lo compartas en tu red social predilecta. Muchísimas gracias y hasta la próxima 🙂