Fotógrafo Adicionado

CUIDADO: 8 Errores Propios del Fotógrafo Aficionado

El aprendizaje fotográfico es infinito. Es de esas cosas en la vida que no terminan nunca. Desde el primer momento en que decides entrar a este mundo, aceptas someterte para el resto de tus días a un continuo y perpetuo proceso de aprendizaje que te hará sentirte cada vez más grande.

Con esta premisa, me gustaría en este artículo compartir contigo una serie de 8 errores que podrías estar cometiendo sin querer, errores que podrían estar obstaculizando tu proceso de aprendizaje y limitando tu crecimiento como fotógrafo.

8 errores propios del fotógrafo aficionado

1 – No invertir en un buen objetivo, trípode y flash (en ese orden):
La cámara de fotos no es más que la mitad de la historia. Sin un buen objetivo estás limitando tus posibilidades de aprendizaje y posiblemente desaprovechando un enorme potencial creativo. Ten en cuenta que muchas fotos son simplemente imposibles de lograr sin un determinado tipo de lente. Personalmente adquirir el Rey de los Objetivos supuso para mí un «renacer» fotográfico 😉

De la misma manera, y sólo una vez te hayas hecho con el lente adecuado, deberías ir considerando adquirir un trípode y un flash. Aquí pasa lo mismo, la estabilidad que te ofrece un buen trípode y la luz de un flash en condiciones te abrirán nuevas puertas: podrás experimentar con la fotografía de larga exposición, podrás capturar cielos adornados de estrellas, o conseguir impactantes retratos gracias al flash de relleno.

2 – No aprender el modo manual:
Dejar la cámara en el modo automático y que ella decida los ajustes que hay que emplear resulta muy cómodo, y no hay peor enemigo para el aprendizaje que la «comodidad». Lanzarte a utilizar el modo manual te va a resultar complejo al principio, como a todos, pero con el tiempo irás entendiendo mejor el funcionamiento de tu cámara, y podrás dominarla en su modo manual para conseguir exquisiteces fotográficas que jamás habías pensado poder alcanzar algún día.
Si todavía te intimida el modo manual échale un vistazo a mi libro gratuito «Tus Primeros Pasos en Fotografía Réflex«.

3 – No aprender la composición:
Olvídate de la cámara por un momento. Olvídate del objetivo y de los accesorios. Cierra los ojos. Ahora imagina la foto que quieres. Imagina que la puedes hacer sin ningún tipo de limitaciones. ¿Cómo sería? ¿Dónde colocarías el sujeto? ¿Es un paisaje? ¿Cómo lo encuadrarías? ¿Tiene varios sujetos? ¿Cómo los pondrías unos respecto a otros, en orden, en fila, desordenados,…? ¿Y los colores, qué colores combinarías para que la foto quedara perfecta?
Como ves, la composición es lo más parecido a la pintura. El fotógrafo es el que organiza las cosas, los sujetos, los objetos, las formas, las siluetas y los colores en un determinado orden.
Tu tarea no es la de configurar los ajustes manuales de la cámara y disparar solamente. Todo lo previo al disparo es responsabilidad tuya también. Eres un pequeño creador, recuérdalo.

4 – Mucha teoría, poca práctica:
No te limites a atesorar los conocimientos adquiridos. Ponlos en práctica. Si no lo haces acabarás olvidándolo todo más pronto que tarde. La práctica es lo que consolida todo lo aprendido. Para aprovechar los conceptos aprendidos no necesitas conseguir resultados asombrosos, ni que la gente se quede boquiabierta, anonadada y sin aliento al ver tus trabajos. No es necesario. Simplemente practica. Si llevas la teoría a la práctica, aprendes. Me da igual que la foto salga horripilante, lo más importante es practicar. Ya habrá tiempo de enderezar, afinar y mejorar.

5 – No tener un flujo de trabajo muy claro:
Después de una buena sesión de fotos ¿qué haces con tus fotos al volver a casa? ¿Dónde tienes ahora mismo las fotos de la última sesión? Si has tenido dudas a la hora de responder a alguna de estas dos preguntas, necesitas dedicar atención a este punto.
No es nada complicado, no te dejes intimidar por el palabro «flujos de trabajo». Un flujo de trabajo no es otra cosa que las fases por las que pasa una foto desde que la tomas con la cámara hasta que la foto es impresa o guardada en su carpeta final, con su edición o posprocesado, sus etiquetas, y su copia de seguridad si hace falta.
El truco está en tener un flujo de trabajo bien definido, claro, y seguirlo siempre.
Algún día escribiré un post entero dedicado al tema de los flujos de trabajo. Algún día 😉

6 – Llevar la cámara a donde no es bienvenida:
A todos nos ha pasado que, al principio de nuestra vida de fotógrafos, nos encontramos muy entusiasmados y llevamos la cámara encima a todas partes. Eso en principio está bien, sobre todo porque, quién sabe dónde puede surgir una gran foto.
El tema es que esto a veces se vuelve contraproducente.

Imagina la siguiente situación:
Estás en un cumpleaños, hay mucho ajetreo, bebidas, gente socializando, y tú en un rincón de la sala, ensimismado en tu nueva cámara réflex de casi 1 kilo de peso. De repente se levanta la voz de un espontáneo «¿Una fotico chicos?» .
Bingo. Es tu minuto de gloria. Por un momento el tiempo se detiene a tu alrededor, en una milésima de segundo piensas «¡Sííí, éste es mi momento maldita sea!». Saltas de tu aislado rincón, a cámara lenta, exhibiendo tu aparato fotográfico que te costó una fortuna, y te propones para hacer la foto. Todos te miran con envidia, como pensando «¡Qué grande la tiene, ahí donde le ves, todo calladito!». A continuación, se ponen ahí todos encima de un sofá, unos encima de otros en una pose algo loca y espontánea, miran a la cámara diciendo «paaa-taaa-taaa» y esperan. Empieza el contador:
Intentas configurar la cámara, no se te configura, ha pasado 1 minuto, disparas un par de fotos de prueba, hmmm, tengo que subir el ISO, a ver ahora, otro disparo, 3 minutos han pasado, puffff, ¿por qué saldrá ahora tan borrosa? Espérate a ver, ¿y si abro el flash? Mientras te apuras en hacer que la cámara funcione, dos invitadas se quedan dormidas en el mismo sofá. Tú sigues a lo tuyo. Qué va, con flash la luz sale demasiado fuerte. ¿Cómo disparo, en RAW o en JPG? ZzzZZZzzzZZZ…

A menos que te contraten como fotógrafo para cubrir la ocasión, mi consejo es que vayas a los cumpleaños con tu cámara compacta digital. Es una de esas situaciones en que interesa más ser práctico y rápido que invertir tiempo y esfuerzo en crear una obra de arte de la que ningún asistente conservará un grato recuerdo.

7 – No salir del mundo virtual nunca:
De vez en cuando dale vida a tus fotos. Cada poco tiempo escoge una cuidada selección de tus trabajos, mándalos a imprimir y disfrútalos en «real». Existe un sinfín de tiendas físicas y online con precios muy competitivos para dotar de vida tus trabajos fotográficos.

Aunque prefieras guardar tus fotos en formato digital (soy un defensor empedernido del formato digital), imprimir tus mejores fotografía en papel contribuye a que visualices, directa o indirectamente, los resultados de tu esfuerzo. Unas fotos impresas y enmarcadas en un estante, o colgadas en la pared, con tu firma, constituirán un buen chute de autoestima para tu faceta de fotógrafo.
Insisto, no tienen por qué ser grandes fotografías dignas de la portada del National Geographic. Tienen que ser fotos tuyas, que te gusten. Fotos que quieras.
Es algo sentimental. No sé cómo decirte.

8 – Rendirse demasiado pronto:
Si eres lector de este blog por favor ni se te ocurra jamás pensar «No sé, creo que esto no es para mí». El mayor de los errores es rendirse demasiado pronto, lo cual es muy común entre fotógrafos principiantes.
El único requisito para aprender fotografía es que te guste. Que te apasione. Si tienes eso, lo demás viene rodado. La fotografía no es nada difícil. Freír un huevo, conducir un coche con cambio manual o cambiarle los pañales a un bebé es más difícil, créeme. Simplemente échale ganas, abalánzate sobre la cámara sin miedo, con amor y entusiasmo. No te preocupes, por mucho botón que toques jamás la vas a estropear.
Tócala sin miedo. Disfrútala.

Espero que hayas disfrutado de esta lectura 😉