Fotografía de portada cortesía de gruporef bajo licencia Creative Commons.

Los 3 Problemas Fotográficos Que Más Frustración Me Han Causado

Nadie nace sabiendo, esta afirmación la habrás escuchado cientos (o miles) de veces. Y es cierto. Cualquier actividad (la fotográfica también) requiere de un aprendizaje y más aún cuanto más compleja es ésta. Todo aprendizaje provoca momentos de frustración, pues cuando parece que has dado un paso adelante, das dos hacia atrás y, claro, eso es muy desesperante. Tanto, que hay mucha gente que acaba tirando la toalla. Esto puede tener dos lecturas, si te limitas a dar un paso adelante y dos atrás, no avanzarás y acabarás desistiendo inevitablemente.

Sin embargo, si esos pasos hacia atrás te sirven para tomar carrerilla, tu evolución será cada vez más firme y satisfactoria. ¿Y cómo se logra eso? Pues analizando los problemas, desgranando los errores y aprendiendo a solucionarlos. Los obstáculos te deben ayudar a crecer, siempre. No puedes quedarte lamentándote, llorando porque no puedes tener un equipo mejor, porque no encuentras las fotografías que buscas, porque no tienes escenarios perfectos o modelos ideales o porque tus fotos no son perfectas. Todo tiene solución y los problemas te pueden hacer más fuerte (fotográficamente hablando) si averiguas cómo hacerles frente.

Es importante saber que la frustración del fotógrafo aficionado es normal, que todos pasamos por ahí. Si sabes esto, te ayudará a no rendirte. Otra cosa que te puede ayudar es conocer cuáles son los problemas con los que se han encontrado otros antes que tú y saber cómo los han solventado.

Por eso en el artículo de hoy te voy a contar los tres que más quebraderos de cabeza me han provocado de los que me he encontrado por el camino: el primero era que mis fotografías estaban vacías, después que estaban apagadas, como sucias, oscuras… y, el tercero, tener una ingente cantidad de fotografías en el ordenador a la espera de ser retocadas y con mucha (muchísima suerte) ser impresas.

1) Fotografías vacías

El primer y principal problema con el que me encontré en este océano fotográfico en el que me sumergí hace ya algunos años, fue el de realizar fotografías de motivos que a mí me parecían interesantes o atractivos pero que daban como resultado una imagen vacía, sin alma. Algunas podían tener algún atractivo estético, pero por lo general tendían a parecer muy poco atractivas a los ojos del resto. Por más que le daba vueltas y me preguntaba por qué mis fotos resultaban tan “sosas” no encontraba la respuesta. Con el tiempo lo entendí. Era un problema doble. Por un lado fallaba la composición, por el otro, mi manera de entender la fotografía. A base de ver muchas fotografías de otros autores, reconocidos o no pero que eran muy atractivas a mis ojos, comprendí que yo intentaba un imposible. Trataba de capturar una realidad que me parecía bella entre los cuatro bordes de mi encuadre, sin más. Craso error. Esa realidad tiene innumerables variables que la hacen bella y que no pueden ser reproducidas tal cual a través de una cámara. Para ver «tal cual» mejor miramos directamente con los ojos (y el resto de nuestros sentidos despiertos) y no a través de un visor o sobre un papel en formato cuadrado o rectangular. Como fotógrafa debía ir un paso más y aportar a la escena mi granito de arena, mi parte artística, mis emociones, mis sentimientos… Todo aquello que existe en mi interior y que lucha por expresarse. La fotografía consiste en interpretar esa realidad a través de tu cámara agregándole tu esencia y eso se logra jugando con la composición. He aprendido muchísimo, como ya he comentado, observando fotografías de otros, pero también leyendo sobre reglas de composición. Conocerlas es imprescindible y por mucho que no sea obligatorio utilizarlas, sí debe serlo sabérselas al dedillo porque aunque no lo creas, se nota a la legua la diferencia entre una imagen que se salta las normas intencionadamente y otra que lo hace por desconocimiento. En el blog hay un montón de artículos que te pueden ayudar si te encuentras con este mismo problema, por ejemplo para jugar con las líneas, el ritmo o con la perspectiva, incluso para dominar el centro de interés.

Observa la diferencia entre estas dos fotografías realizadas por mí, la primera es un paisaje que en ese momento me pareció precioso (no estoy muy acostumbrada a ver nieve por mi tierra) sin embargo la fotografía resultante tiene cero interés. La segunda es de una escena tan cotidiana que en el momento puedes pensar que no existe motivo para disparar pero creo que con una buena composición (y subiendo un poquito el contraste al pasar a blanco y negro) logré un resultado interesante:

Un paisaje sin interés
Un paisaje sin interés
Escenas del metro
Escenas del metro

La otra parte del problema era que les faltaba alma, sí, sí, has leído bien, alma. Las fotografías deben tener alma, contar una historia, provocar un sentimiento o lograr que te emociones. No puede ser tan fría a tus ojos que pasen de largo cuando se la encuentren delante. Mientras no comprendas esto, tus imágenes pueden ser muy perfectas pero estarás demasiado lejos de ser «grande» dentro de la fotografía.

Fotos que cuentan algo
Fotos que cuentan algo

Por muy perfectas que logres que sean no tendrán interés para los demás. Aquí hago un inciso para recalcar que hablamos desde el punto de vista de la fotografía como entretenimiento, desde un punto más artístico, no como profesión. Si te dedicas profesionalmente a esto y tienes que hacer, por ejemplo, un catálogo de productos, pues el discurso es completamente distinto 😉

Volviendo a las fotografías «con alma», he de confesar que me costó mucho verlo al principio, pero una vez que aprendí la lección, me di cuenta que es como una droga, cuando voy con mi cámara miro con otros ojos, voy buscando mensajes, emociones en el aire, historias visuales… No siempre lo consigo, aún me falta mucho por aprender, pero sé que estoy en el camino 😉 Si quieres conocer algunos trucos o maneras de lograrlo, puedes echar un vistazo a estos artículos del blog:

2) Fotografías «apagadas»

Otro problema que me ha dado más de un quebradero de cabeza ha sido ver mis fotos muy apagadas, sin vida, oscuras, tristes… Yo veía otras fotografías y pensaba: «woow! Qué claridad… » Y a veces me frustraba pensando que era porque usaban mejores equipos que yo, hasta que comprobaba que incluso había quien lograba mejores fotos con una cámara como la mía. Entonces el problema debía tenerlo yo y no el equipo (que sí, que mejor equipo ayuda, pero no siempre soluciona) así que me puse a analizar mis fotos y me di cuenta que era un problema de manejo de la luz (entre otros). Si no controlas la luz en fotografía estás perdido (o perdida) pero completamente. La fotografía es luz, en la teoría y en la práctica, en lo técnico y en lo artístico.

Las fotografías necesitan luz
Las fotografías necesitan luz

La única solución posible en este caso era controlar la luz, para lo que tuve que practicar con la medición puntual, ponderada al centro y matricial… (esto hay veces que aún me provoca mareos 😉 ),  aprender a exponer bien y a usar el flash externo cuando la ocasión lo requería (el integrado en la cámara no sirve para nada), diferenciar entre luz dura y luz suave, conocer la clave alta y baja, utilizar bien el contraste… Además de todo esto, descubrí que no había que saber utilizar la luz sólo a nivel técnico, sino que también podía ser un elemento creativo perfecto, observa este ejemplo:

La luz como elemento creativo
La luz como elemento creativo

Aquí tienes el enlace a algunos artículos que te pueden ayudar con el tema de la luz:

3) Atasco en el disco duro

Creo que este problema lo hemos tenido todos tarde o temprano. Tienes un montón de fotografías en tu disco duro esperando ser retocadas o impresas, o ambas cosas. Luego quieres buscar una y no la encuentras, o te cabreas porque tienes cien fotos parecidas y te da pena borrarlas pero lo único que consigues es saturar la memoria y un día tienes que ponerte a borrar a lo loco porque tu ordenador te está dando problemas o tienes que comprarte otro dispositivo para seguir descargando las imágenes de tu cámara… El caso es que cuando nos da por disparar no hay quien nos pare y lo hacemos en muchas ocasiones más de forma impulsiva que con la cabeza. Para esto he tenido que ponerme seria conmigo misma y realizar cosas como estas:

  • Descargar las fotos de la cámara sólo cuando tengo tiempo de seleccionar las que quiero guardar y borrar el resto, no a última hora cuando quiero salir con mi equipo y me doy cuenta que la tarjeta de memoria está casi llena o llena.
  • Imprimir cada dos meses, como mucho, mis fotografías favoritas.
  • Hacer limpieza de «fotos vacías» de vez en cuando (mejor hacerlo de forma periódica pero reconozco que la falta de constancia me pierde 😉 )
  • Organizar mis carpetas por fechas y nombrarlas con el tema de las fotos.
  • Borrar las fotografías que llevan mucho tiempo esperando a que las mejore con un programa de edición. Al final he aprendido que las fotos no se hacen con Photoshop (que encima no sé ni utilizar) que se hacen con la cámara. Desde entonces, a no ser que sea una fotografía para el recuerdo, si necesita mucho retoque la borro e intento (si es posible) repetirla en otra ocasión para mejorarla desde la cámara.
  • Cuando salgo con la cámara procuro evitar elementos que molesten porque sé que al final no los podré eliminar con un editor y si estropean mucho la foto acabará en la papelera, así ahorro trabajo desde el principio. Si no los puedo eliminar cambiando la perspectiva intento desenfocarlos.
  • Utilizar un programa de gestión de fotos como Lightroom. También existen otros gratuitos: Picasa, XnView

Estos han sido mis problemas, no tienen por qué ser los tuyos, pero si te sientes identificado/a espero que mi experiencia te haya servido de ayuda y si lo compartes puede que le sea útil a alguien más. ¡Gracias por leer hasta aquí y hasta la próxima!